domingo, 13 de febrero de 2011

La danza de los árboles.

El viento se desliza en ellos. Recorre con una perfección única cada lugar de sus entrañas. Comienza romanticamente por sus hojas, las que danzan sin importarles si el mundo gira o se detiene, sólo danzan. Se arriesga a adentrarse por sus ramas, consiguiendo un leve movimiento que combina perfectamente con sus románticas amigas. Su tercer paso más penetrante aún, pero conservando la elegancia, es hacer que el tronco sienta lo que sus compañeros quieren decir. Ésta, me atrevería a decir que es mi instancia favorita, la danza de un árbol.

Se miraban los brazos. Ambas en un mismo baño, ambas sangraban. En sus ojos se escondía un profundo terror, no entendían por qué. No había nada que entender.

Las lágrimas dicen más que la sangre, en su recorrido dejan cicatrices imborrables. Alicia no era de palabras, le importaban más las miradas. Las conversaciones ajenas a las que concebía con su hermana le molestaban, pero como nadie, sabía leer las miradas. Siempre fue la primera en la clase, refugiaba su dolor en los estudios, no le gustaban los riesgos, y nunca le había dirigido la palabra a un chico.

Un corazón que no tiene amor late con otro pulso y jamás podrá encontrar el indicado para amar. Ana era la gemela de Alicia, compartían los mismos ojos, pero distintas miradas. Ella era más extrovertida, por esencia arriesgada, no le temía a nada, decía que ya lo había vivido todo. No era amiga de los estudios, ni mucho menos de las reflexiones. Su mundo se basaba en la superficialidad, por el hecho de que su madre siempre la encontró más bonita.

Mirando al suelo como de costumbre caminaba Alicia, sus vestiduras eran negras y su peinado le tapaba la cara, no la dejaba ver a los demás, más bien, no quería ver a los demás. Anhelaba que esa caminata entre la escuela y su casa no acabara nunca. Por lo general se detenía en una plaza a mirar los árboles, eran el único pulmón que tenía para respirar. Pensaba que le gustaría ser como ellos, libres, hermosos, sin miedo a crecer, sin miedo a pensar. Le tenía un profundo miedo a pensar, porque de alguna manera tenía que encontrarse consigo y no quería recordar que estaba viva. Los árboles le entregaban seguridad, le encantaba mirar cómo el viento hacía lo suyo con ellos, y estos respondían con aún mayor elegancia, moviéndose y sólo con la necesidad de ellos mismos para mantenerse en pie.

-Eric es un completo imbécil- susurraba Alicia entre sollozos. Ana creía todo lo contrario, de hecho lo amaba más que a su madre. Entre ellas nunca se pusieron de acuerdo ni siquiera para elegir la televisión. Eric era el esposo de Carolina, la madre de las gemelas, quien era un don nadie. Su voz en esa casa sólo valía para ver qué comida se hacía, pero nunca hizo nada. Nada se podía hacer.

Carolina, era una hija de puta, sí, hija de puta, -el único pensamiento compartido entre hermanas-.

Comprenderán, una era fea e inteligente, la otra linda y estúpida. Ese era el discurso de su madre.

Los árboles no saben de espacio. Los árboles no saben de tiempo. El viento les susurra un canto. Ellos mueven su cuerpo. La perfección esconde sus secretos en las anomalías. Un árbol por más igual que se vea a otro, tiene un rasgo distinto, el que lo diferencia de otros árboles que lo hace mantener su esencia. Cuando se juntan dos árboles y el viento comienza su cantar, por lo general mantienen una danza similar. Este árbol no. Simplemente no se movía, el viento soplaba una hermosa melodía, y él, estático, como las niñas cuando veían entrar a su madre en su hogar.

Corre, corre, ¡CORRE! Como de costumbre despertaba así. En medio de la noche, cuando el sol aún no daba vida a la ciudad, ella estaba despierta. Su sueño (o pesadilla) siempre era el mismo: un pasillo desmantelado, donde la luz no era amiga de nadie y sólo sentía sus lágrimas correr. Se caía sintiendo que su madre la iba a alcanzar, luchaba por ponerse de pie, pero el suelo era más fuerte. Ana le gritaba que corriese.
Su soledad era constante, es más, su mejor amiga. Amaba poder mirar; en las noches corría el pelo de su cara y se sentaba en un extremo de la cama a mirar la ventana. Veía árboles. En su interior quería ser como su hermana, dejar de ver árboles e ir a sentirlos. Cuando los árboles dejaban de moverse, veía su reflejo. Aunque se repitiera todas las noches la misma rutina, siempre quedaba impactada con sus ojos. Ella que podía sentir la mirada de los otros, nunca pudo saber qué quería decir su mirada. Se odiaba. Odiaba tener los ojos de su madre, pensaba, por eso no le gustaba pensar, le recordaba que era hija de su mamá. Aún no sabía para qué seguir en pie.

Eran pasado las 3 de la mañana cuando siente que su ventana se abre, era Ana. Siempre le sorprendió a Alicia el coraje testarudo de Ana. Su madre las pateaba en el suelo, pero ella siempre manteniendo su toque de rebeldía, no acataba órdenes, se escapaba, le iba pésimo en el colegio. La única vez que Alicia habló seriamente con su hermana, fue aquélla que hablaron de su rebeldía: Ana le mostró sus manos, estaban rotas. Le dio a entender lo que podía llegar a hacer Carolina, pero eso no era suficiente para callarla. Dijo que un día vio a su madre llorar, y con eso su deuda fue saldada. Ella sabía (o quería creerlo) que su madre era completamente infeliz, incluso se atrevía a decir que también se odiaba a si misma. Por eso Ana comenzó a ser de su manera, su dolor era pasajero, el de su madre imborrable.
-¿Dónde estabas?- susurro Alicia.
-Donde Claudio... Qué haces despierta a estas horas.
-Eso da lo mismo, ¿Qué hacían?
-Pues carretear, qué esperabas.
-No mucho de ti claramente, ya anda acuéstate antes de que se despierte.
-A que no sabes lo que me pasó.
-¿Qué?
-Un chico preguntó por ti.
-¿Quién?
-Adivina.
-No sé, ya dime luego antes de que me enoje.
-Jorge, el que vive en avenida Italia, a tres cuadras de la escuela.
-¿Y qué dijo?
-Nada mucho, estaba algo ebrio, pero ya sabes, los hombres mientras beben dicen la verdad. Dijo que le encantabas, cosa bastante rara, pues, tu me entiendes.

Luego de esa conversación, Ana se fue a dormir. Alicia por más que intentó no pudo. -Un chico- pensaba a sus interiores, -¿Yo... un chico?-. Era inconcebible. Ella que nunca había intercambiado siquiera una mirada con ese tal Jorge ahora dice que “le encanto”. Jorge era de los “minos” de su colegio. Este año salía de enseñanza media e iba seguramente a vagar en su vida. Al igual que Eric era un don nadie para esta vida, aunque por lo menos su padrastro había estudiado en la universidad, Jorge para qué hablar, no se dedicaba a nada.

Con una sinfonía única danzan las hojas de los árboles. Todas juntas, pero todas dispersas. Se mueven hacia todas partes, haciendo que el viento pierda su juicio. Hermoso sinceramente. Pero. Se caen. Siempre hay un pero. Las hojas no son tan fuertes como los árboles y se desprenden de él, quedando en un vacío de por vida, se desamarran de lo único que les da amparo.

Se besaron. Nadie lo creía pero así fue. Jorge, estuvo varios meses en sigilo, intentando seducir a Alicia, pero ella buscaba cualquier pretexto para no juntarse con él, incluso evitaba hablarle. Pero el tiempo les dio su espacio y el amor entro en sus vidas. Para ella fue eterno, para él... no sabría decirlo.

Aunque no quiera, así fue. La madre entró a su casa. Como de costumbre prendía un cigarro y se preparaba un café a esperar que la noche hiciese con ella lo que quisiera. Pero esa tarde fue distinto. Alicia estaba en su cuarto y Ana no llegaba. -Suena el teléfono-. Una lágrima calló por su mejilla, no era una broma, no podía ser el final. -Quién era- pregunta su madre. -Llamaron de la clínica, Ana calló por sobredosis.
A Alicia la vida la necesitaba fuerte, ella pensó un segundo en rendirse, pero no. Toda su vida fue criada creyendo que no podía intervenir en su vida. Pero no. Ahora no. Tenía una luz. -Quiero que viva, quiero que viva, quiero que viva- fueron sus palabras antes de despertar. Cuando le contó a su madre se quedó inmóvil, sin saber qué hacer. Carolina salió corriendo, pero antes empujó a su hija contra la pared, se pegó en la cabeza y calló inconsciente. Le dolía el cuerpo; nunca más.

-¿Va a morir?- pregunta la madre aparentando ser la mejor madre del mundo. -No lo sé, espero que no le pase nada al crío que lleva en su cuerpo. -Perdón doctor de qué me está hablando. -Acaso no lo sabe, su hija lleva tres meses de embarazo.
Carolina no dijo ninguna palabra más en vida. Se sentó y ahí quedó, con la tarde y noche haciéndola ver diez años más vieja.

La madre despierta con el doctor enfrente: -Todo está bien. Se levantó y camino hacia el vehículo. Su hija iba atrás siguiendo los pasos de su madre, sintiendo que el mundo la miraba con desprecio. No se miraron a los ojos en ningún momento. Un silencio tormentoso las acompañó en su viaje. Al llegar a su casa Ana corre a la habitación que compartía con su hermana, no estaba. Ni ella ni su ropa, nada. Encima del mueble encontró una foto de ellas dos riendo. La miró por un largo tiempo. Se sentó en la cama y vio el reverso de la foto:

Perdón. Te regaló la risa que alguna vez tuve. No sé si es lo correcto, pero es primera vez que tomo alguna decisión en mi vida, ojalá no le haga daño a nadie. Espero algún día entiendas, te amo.
Alicia

De esa tarde no se supo más de Ana y Carolina. Es más decir que Eric no hizo nada, los vecinos rumorearon que escucharon gritos hasta la madrugada, un vidrio roto y silencio. En el silencio quedaron. A veces en la vida cuando no hay más que decir, el silencio es un buen compañero. Ahora ellas no tuvieron nada que decirle a la vida, para siempre.
La policía dijo nunca haber visto algo tan macabro: 3 muertos, la niña embarazada casi sin estómago. Es preferible no contar detalles para evitar morbo. Nunca se supo “quién fue”.

Él, salió del colegio, y como era de esperar, su vida se transformo en trabajos turbios para ganar algo de dinero. A ella, nunca le hablaron de sexo, y como también era de esperar, quedó embarazada. Al enterarse de la noticia de su hermana se sintió culpable. Se autoflagelaba pensando en que si hubiese estado ahí sería distinto, si hubiesen sido más hermanas no se habría drogado, ni embarazado, mucho menos muerto. El destino es sabio, y quizás no de la mejor manera, armoniza la vida. El niño que cargaba su hermana no debía nacer, y bueno, por algo pasan las cosas. Alicia debía hacerlo. Se tenía que ir de ese ambiente, cambiar de rumbo para cambiar su vida. La criatura que llevaba en su vientre no podía convivir en ese entorno. Una de las noches donde aún vivía con su madre, sabiendo que estaba embarazada, se miró en la ventana. Ya no veía los árboles, si no el reflejo de su hijo. Se juró y le juró que nunca más los iban a pasar por encima, mintió.

Cuando se detiene un reloj, la vida se queda sin hora, pero no se fíen del tiempo, que cuando vuelve a avanzar, no hay quien lo pare. Ustedes saben como es el tiempo, saca sus garras cuando no tiene que hacerlo. El niño tenía dos años; la madre no vivía si no estaba con él. El padre de esa criatura ya casi no lo era. Nunca estuvo más de media hora al día con él y con gracia de Dios estaba en la casa. Javier era el nombre del bebé, quien lloraba cada vez que se alejaba de su madre, le temía a la soledad y en su fragilidad no sabía que hacer ya tiempo que estaba compartiendo con ella.

Madre e hijo lucharon solos.

Era un día gris, de un verano seco. Me pregunto si tenía que haber elegido ese día para ese momento, pero lo hizo. Si hubiese sido otro día hubiese pasado más desapercibido en la memoria del niño: en un día común pasan historias distintas. Ahora como he repetido fue distinto: en un día distinto pasan historias distintas. Esas historias son imborrables. Javier cumplía sus cinco años ese día gris del verano seco. Fue una de las últimas llamadas del día, su padre. Para el niño fue extraño escuchar su voz nuevamente, hace ya 3 años que no lo hacía. El niño llora y la madre corre a su auxilio. Contesta el teléfono y tampoco lo creyó, era él. Quería ver al niño, le tenía un regalo. Quedaron de juntarse cuando la luna rompiese el estático momento donde no tenemos esferas cuidándonos el cielo. No contaron con que era un día gris en un verano, por ende nunca hubo esferas en el cielo. Ellos llegaron con antes. El...

Los árboles dejaron su danzar, nadie entendió por qué, nunca hubo algo que entender.

domingo, 2 de enero de 2011

Cuando la poesía llora

Cuando un poeta llora
Versos corren a su auxilio
Le hacen calmar su delirio
El tiempo se queda sin hora

Cuando una flor llora
Nace un poeta intranquilo
Plasma un verso en delirio
Corre el poeta sin hora

Cuando la flor escribe un poema
Clava sus espinas en papel
Lloran los versos en él
Se escribe el poema más cruel

Cuando las lágrimas lloran
Las flores se quedan solas
Ni versos ni poetas las salvan
Llora el poeta en su flor


Al final, un poeta quiere descansar
Pero hay un poema que no deja de llorar.

domingo, 12 de diciembre de 2010

El eterno destello

Con una mano en la soledad, y la otra en un compañero de doble filo, enemigo del viento y cómplice del tiempo. Es chistoso, mientras fumo mi vida pasa; en un comienzo lo enciendo y brilla el primer destello, el que más satisface, me recuerda tu mirada, que juró no olvidarme. Luego va perdiendo su cuerpo en mis labios, y con ayuda del viento, se escapa su esencia, como tú, al paralizar mi palpitar. Al final, cuando no queda más que su última risa, lo desecho, y le agradezco por darme diez minutos con tu recuerdo.

Déjame solo soledad

La vida en su imperfección inventó a los hombres. Los hombres en su locura comenzaron a crear y crear. Se comenzó a producir un mundo muy compacto, donde para mantener la armonía siempre se necesita de algo para estar. Los semáforos necesitan del suelo, tanto como los autos necesitan los semáforos; y así todo comienza a tener esencia mientras se está en compañía. La guitarra sin sus seis cuerdas no es guitarra y cada una es tan imprescindible como la otra. Los árboles son tales por cada una de las meticulosas hojas que hay dentro de él. El ser humano necesita estar en compañía de otro, porque sentirse solo es el peor castigo que te puede entregar la vida. Pero en este mundo de coaliciones tan fuertes comienzan a vagar almas, almas que su aura no les permite tocar el suelo, almas que son las hojas caídas de los árboles, almas que sólo se entienden entre ellas y saben que por más que choquen jamás se podrán juntar.
Éstas parecen no pertenecer al mundo, sienten que por más que estén con alguien tienen una barrera imperceptible que los aleja de su entorno, son de aquellas que dan la mano sin sentir la mano del otro.
De a poco comienzan a acostumbrarse, quieren correr a donde creen que deben estar, pero las estrellas les mienten y de a poco se pierden en el olvido. No saben qué hacer, intentan ser iguales, camuflarse dentro de los camuflados, pero no pueden, se sienten como dos personas en un cuarto respirando distinto aire, como si estuvieran esposados intentando abrir los brazos al mundo al cual no pertenecen, sedientos de una libertad ficticia que se quedó en su árbol.
Caminan cansados del mundo, con una mano en el bolsillo y la otra ocupada por un cigarro que los complace durante algunos minutos, pero jamás sacándose de la cabeza el agobiante pensamiento de que el mundo se hizo para los hombres, y ellos no están en ese rango. No saben que creer, piensan que Dios es demasiado perfecto para caber en la cabeza de un ser humano y a la vez demasiado malvado para escapar de las mismas.
Se les trata como locos, desadaptados, anormales y nadie los puede entender porque ni ellos mismos lo hacen. Les gustaría sentir el amor, o aunque sea tener el contacto con alguien y reírse en conjunto, sin tener que fingir para relacionarse con el mundo.
No sé si pertenezco a ellos, pero sé que juego a un juego con el mundo, en el que él no me deja jugar.

Un monólogo que quiso ser diálogo

Cantando llegaste, cantando te fuiste. Tú tan perfecta y por ti estoy tan triste. A las 7 en la puesta del sol, todos los días vislumbrándote estoy. Hasta cuando duerme Dios, en mi desvelo estamos los dos. Todos los días igual, lloro al verte pasar. Para ti no soy más que el humo del cigarro que se pierde con el viento, para mi eres el aire que me mantiene despierto. Inmortalizo mi amor, en este cuento que sólo lee Dios.

Sufro mientras estoy despierto y lloro mientras duermo. Tu sagrada unión con él, es la razón por la que en mi pecho sólo hay hiel. Tu fidelidad es la traición a mi corazón. Vuelan cuervos de mi pecho, que hoy el amor a muerto. Que tú estés con él, es la razón por la cual en manos de Dios debo caer. No quedaré en tu recuerdo porque esta historia no alcanzara a serlo. Con el punto final sello mi vida y mi corazón, Alicia dejame decirte: “Game over, el juego acabó”.

La vida son palabras, palabras que inquietan, palabras vacías

Estoy solo escribiendo mi última instancia, se desliza sangre por mi puño, no quiero más, mi único deseo es no despertar, por favor paren el mundo que me quiero bajar. No sé cómo empezar, ni por qué quiero hacerlo, pero algo me dice que debo escribir esta historia, una historia que termina hoy, la cual contaré con mi último suspiro, aquella historia que sólo yo conozco, la historia de mi vida.
De mi infancia me quedan pocos recuerdos, algunos confusos y otros que no me atrevo a recordar. Creí ser feliz hasta los siete años, no les voy a mentir, fui feliz hasta los siete años. Ese 14 de Febrero cambió mi vida, siempre me he cuestionado ¿Por qué a mí, habiendo tanta gente en el mundo, por qué cresta me tuvo que tocar a mi?, en ese momento lo único que quería era llorar, le imploraba a Dios que no me dejara sufrir de esta manera, que yo a mi corta edad no merecía eso (falacia ad misericordium)1, que pusiera alguna vez atención en mis peticiones, pero una vez más me cerró la puerta en la cara, y mi madre tendida en el suelo me mira y con su último aliento me dice, te amo hijo y te amaré toda la eternidad. Ese momento, ese día, esas palabras, ese lugar, su último latido, su último respiro, fue lo que gatilló mi sentencia, la cual me predestinó hasta llegar al momento donde estoy ahora, cada vez con la herida más grande y la sangre que cubre mis palabras.
Luego del trágico suceso perdí toda mi creencia en un dios o religión, me di cuenta que la misma gente los ha creado para intentar darse un sentido en la vida, o hacer ilusiones que la vida era linda o valía la pena, pero cuando uno les pedía algo a ellos o a su dios, no hacían nada más que cerrarte la puerta en la cara, una y otra vez, malditos imbéciles no sirven para nada (Falacia ad hominem)2. Esa fue mi primera gran y fuerte decepción en la vida, ahí perdí mi religión, mi dogma, el que yo creí que era mi sentido en la vida, se fue y sin decir adiós me dejó un último regalo, una enorme depresión.
Con el tiempo borré la cara de mi madre de mi cabeza, a escondidas de mi padre guardé dos cosas que me hacían recordarla a cada momento, primero en mi billetera tenía una pequeña foto de ella donde salían sus hermosos ojos pardos que enloquecían hasta el propio papa. Esta foto la escondía de mi padre porque al momento de la muerte de mi madre, mi papá botó todo lo que la involucraba, incluso las cosas que ella me había regalado a mí; yo desconcertado con la actitud de mi padre le pregunte el por qué de su reacción y me dijo entre exaltado y llorando que yo todavía era muy chico para entenderlo, que era lo mejor para los dos (Falacia ad vericundiam)3. También conservé una flor muy especial para ella, una flor blanca la cual ella cuidaba de una manera muy particular, solo dos personas sabían de su existencia: ella y yo. La flor representaba su vida y era demasiado importante para mí, prometí cuidarla por el resto de los días, y cada noche antes de conciliar el sueño regaba esta flor, la que escondía debajo de mi cama y guardaba en un macetero rojo, ya que era el color favorito de mi madre.
Pasaban y pasaban los meses y yo sentía que éstos corrían, me fui adecuando a la situación, no sé si me acostumbré a estar sin ella o simplemente me dolía mucho recordarla. Los días eran cada vez más fríos y oscuros y mi padre nunca ayudó a que fuera distinto. Con la muerte de mi madre yo tuve que vivir con él, ha sido la experiencia más espantosa de mi vida. Primero mi padre es un maldito empresario, y como tal es un tipo tremendamente indiferente, muy enojón, nunca ha pensado en nadie más que en él (Generalización espesurada)4, y ni siquiera estando viva mi madre me pude llevar bien con él. Todos los días era lo mismo, llegaba mi papá del trabajo, habría una lata de cerveza y se ponía a tomar, alegando e incluso gritándome sus problemas. Mi único refugio era leer, me encantaba leer libros sobre el amor, la verdad es que nunca supe ni sé por qué, ya que mi más profunda decepción en la vida fue con el amor, hoy ya no me queda ni una pizca de fe en el amor. Puede ser que de alguna forma añoraba ser feliz y como era más niño e ingenuo creía que el amor traía felicidad (Post hoc).5
Llegó el 7 de Agosto del año 2005, mi cumpleaños número quince. Ese día para mí será inolvidable, el día donde me pude reencontrar con el amor. Me desperté esa mañana, mi padre había salido temprano, por lo tanto aproveché que no estaba en la casa, saqué mi planta y la coloqué en la ventana para que estuviera al sol. Fui a buscar agua para regar la planta, y por casualidad vi a mi vecino jugando con su hijo en el patio delantero de su casa. En eso estaban cuando se acerca una muchacha preciosa de cara muy familiar y veo que extrañamente le pregunta algo a mi vecino, él le apuntó hacia mi casa y no sé por qué, pero yo estaba con una extraña corazonada. Siento que golpean la puerta de mi casa y el corazón me latía a mil por hora. Me detengo un segundo delante de la puerta y sin pensarlo dos veces la abro. Era ella, la miro y no lo podía creer. Desconcertado veo como sus labios se mueven y pronuncia mi nombre, fueron palabras mágicas, su voz era como un conjuro hermosamente mágico y divino que me hacía estar atado a ella por una eternidad. "¿Ignacio?", dijo ella con un tono entre alegre y dudoso. "¿Valentina?", le pregunto como si la desconociera. Pero tenía la máxima claridad de que era ella. Me responde "sí, la misma a la cual le entregaste el placer mágico de besar tus labios por primera vez". Seguía sin creerlo, porque ella fue mi primera y única polola: nosotros habíamos pololeado el año 2002, cuando yo tenía 12 años y ella 14; la verdad es que esa mujer ha sido la única que ha logrado moverme el piso, ella se la jugó al máximo por mí y sin esperar nada a cambio. Nos enamoramos perdidamente el uno del otro.
Los papás de la Vale se ganaron una beca para un magister en España y tuvieron que partir, nos separaba el destino pero ella me prometió que cuando regresara de su viaje iba a hacer lo imposible para que nos uniéramos nuevamente. Cumplió su promesa, sin titubear la hice entrar rápidamente, la miré por última vez incrédulo, estaba más hermosa que nunca, sus ojos me encandilaban por su belleza, y sin darnos cuenta estábamos besándonos, sin pensar en nada más que nosotros, no creí jamás en la vida poder sentir tanta felicidad junta y pasó lo más maravilloso de mi vida, nos entregamos lo más importante e íntimo de cada uno, yo era parte de ella como ella era parte de mí, creamos la perfección juntos, ella y yo en esa pieza sólo con nuestros cuerpos entregándolo todo al otro, simplemente algo imposible de comprender.
Transcurría el tiempo y de verdad sigo con la intriga de qué me pasó con la Vale, no sé cómo pude enamorarme de alguien siendo que mi madre murió en una fecha tan particular, no lo entendía ni quería hacerlo. La verdad es que cada vez se me iba borrando de la cabeza el recuerdo de mi madre, le regalé la foto que guardaba en mi billetera a la Vale y la hermosa planta la fui olvidando. Mi vida hasta las 8 de la noche era perfecta, pero claro a esa hora llegaba mi padre del trabajo y era un infierno convivir con él. A veces pasaban semanas sin que el llegara a la casa y cuando lo hacía ni siquiera me miraba. Un día quise preguntarle si me quería, el con su arrogancia me dijo "obvio que te quiero hijo", creo que lo decía por ego más que nada, luego le hice otra pregunta que fue la que desató el caos, puede que no haya sido el momento preciso o que se haya levantado con el pie izquierdo ese día, pero jamás olvidaré su enojo cuando yo le dije: ¿Papá -porque creo que así puedo llamarte-, entonces por qué nunca pasas en la casa, no sabes nada de mí, no hemos tenido una conversación de más de 5 minutos desde que se murió mi mamá. Qué haces tú de tu vida? Aún no sé que tenía de malo la pregunta, pero su respuesta no fue nada agradable: "¡Qué te crees tú pendejo mal criado que insinúas en tratarme así, como si fuera un par tuyo, nunca más se te ocurra dirigirme la palabra y hasta que no me pidas perdón yo no tendré un hijo!"(Falacia ad baculum)6. Lo miré lleno de rabia, seguía sin entender la situación, suspire y le dije: "Cobarde de mierda, fue sólo una pregunta y tu reacción es sinceramente patética, acaso lo que digo es mentira, acaso sabes que estoy pololeando, que llevo 5 meses con la mujer de mi vida, que ya no soy virgen, que estoy subiendo las notas, acaso ¿sabes algo de mí? Y si no quieres saberlo está bien cosa tuya, la verdad es que no cambian mucho las cosas si prácticamente vivo solo hace 8 años". Luego de decirle eso, me miró y dijo: "Te vas a arrepentir de lo que estás diciendo, no sabes nada de la vida, algún día necesitarás mi ayuda y yo no estaré ahí"(Falacia ad populum)7. Esa fue la última vez que vi a mi padre, ni yo me lo creo pero desde los 15 años tuve que vivir solo.
No sé a donde marchó mi padre, pero mi abuela algo me ayudaba, me pasaba comida y pagaba las cuentas de la casa, pero yo era completamente feliz con mi novia.
Ahora tengo 19 años y hoy ha sido el día más espantoso en mi historia. Me desperté en la mañana, prendí la televisión y salió un reportaje de última hora. "La banda narcotraficante más buscada del último tiempo es atrapada. Al líder además de narcotráfico se le acusa de haber matado a su esposa y haber dejado abandonado a su hijo. Los más cercanos aseguran que él tenía una doble vida, tenía dos familias donde en la primera habría asesinado a su esposa y dejado a su hijo solo. El nombre de éste es Jaime Escobar." Muestran las imágenes y me quede helado, era mi padre. Desesperado sin saber que hacer fui a lo que era su pieza, lo destruyo todo y encuentro una carta de mi madre:
Mi amor:
           “No sé cómo decirte esto, creo que no estaré viva para entonces, pero debo confesarte como sucedió todo. Descubrí el gran secreto de tu padre, descubrí el por qué de esas llegadas tardes tan extrañas que suele tener, también el por qué pasaba semanas afuera de la casa. Tu padre es el narcotraficante más buscado del último tiempo, y ahora él sabe que yo lo sé. Se escuchan gritos afuera y armas amenazantes, no te angusties que a ti no te hará daño, pagaré mi vida por ti”.
Salgo de mi casa corriendo y me dirijo a la casa de mi polola. Cuando voy llegando la veo saliendo de una farmacia pálida y con una cara muy extraña. Estaba completamente desorientada, se notaba que no sabía qué hacer. La veo cruzar la calle y que se le cae un papel, sin darse cuenta del peligro que corría lo recoge, se da vuelta y se queda parada en medio de la calle. Ella ahí sin saber lo que hace, nota que la estoy observando da vuelta la mirada y sus ojos notaron al micrero, gastó su último suspiro en gritarme: "¡TE AMO!". Miro desconcertado, me quedé paralizado y sin darme cuenta estaba corriendo hacia su cuerpo destrozado en el piso. La agarro de la espalda, la miró llorando, su cara llena de sangre y temor, lo perdí todo. Tenía en su mano la hoja que se le había caído inconscientemente traje su cadáver hacia mi casa. Retiro el papel de su mano, lo abro y era una carta que decía:
Para el amor de mi vida:
         “Ignacio acabo de ver la noticia de tu padre y no sé qué hacer. El otro día fui a hacerme un examen y me dieron una noticia que me dio vuelta el mundo, estoy embarazada. Mi amor, aquí termina nuestra historia, el candado que forjamos con amor fue roto por la maldad del mundo, mi vida no tiene sentido sin ti y ahora menos que nunca quiero ser una carga. Tu sabes cuanto te amo, sabes lo que estoy dispuesta a hacer por ti y en este momento lo único que puedo hacer es entregarle al destino para que estemos juntos toda la eternidad, es mi vida (Falacia ad Ignoratum)8. Por siempre y para siempre tuya, la mujer que más te amará en la vida”.
Aquí estoy, acabo de leer la carta, lo primero que hice cuando termine fue correr a la cocina, agarrar un cuchillo y sin pensarlo cortarme todos los brazos. Cada vez me cuesta más respirar, pero ahora soy un convencido de que esta vida no tiene ningún sentido. Lo he perdido todo y no me interesa creer en las palabritas de ese estúpido psicólogo Viktor Frankl que habla del sentido de la vida. Ojalá nunca hubiese tenido un sentido mi vida, ojalá no haber conocido el amor nunca, ¿para qué? si ahora que lo pierdo no me quedan más salidas que escaparme de este mundo.
Ustedes malditos ilusos que viven en un mundo ideado por otros corran, lo único que pueden hacer es escapar de la gente, no intenten ganarle al tiempo, pues, somos el tiempo que nos queda. Esta es la última parada que la vida me ofrece, tengo claro que la vida es un camino largo y sin retorno, creo que mi único consuelo es que pude soñar con alguien que soñara mis sueños, pero todo quedó en el sueño, todo quedó en la maldita fantasía, hay un largo camino entre el suelo y el cielo, ese camino para mí culmina el día de hoy, ese camino no vale la pena vivirlo, ese camino te dice vive mientras puedas, por ese camino ahora derramo mi última gota de sangre.

1 Aquí el autor hace referencia a que el protagonista le pide a Dios que no lo haga sufrir, ya que es muy joven, según el contexto que está viviendo el personaje podríamos afirmar que es una falacia ad misericordium.
2 Esta falacia se caracteriza por descalificar a un grupo o persona, eso es de lo que se encarga el protagonista.
3 En ésta, el padre dice que su hijo es muy chico para entender esos “temas de grandes”, por ende podemos decir que es ad vericundiam, ya que el padre se atribuye la autoridad para definir lo que es bueno o no para su hijo.
4 El joven dice que todos los empresarios son iguales, que por el hecho de serlo tienen esas determinadas características.
5 Aquí el personaje dice que por ser niño postulaba tal teoría. Por el hecho de ser niño no necesariamente debe creer que el amor trae felicidad.
6 El padre imponiendo autoridad le dice al hijo que él no merecía ese trato sólo por ser su padre, con eso podemos identificar rápidamente la falacia.
7 El padre quiere hacer conmover al hijo con un discurso barato y hasta demagogo.
8 Ella primero que todo cree que le está haciendo un bien a su enamorado, por ende hace lo que hace, nadie va a saber si lo que hizo ella está bien o está mal. Por otra parte ella cree que al matarse podrá estar junto a él por toda la eternidad, eso nunca se podrá comprobar. 

martes, 10 de agosto de 2010

Tesis del para qué







¿Para qué avanzar, si era más sencillo descansar?













Alumno: Ignacio Pérez
Profesora: Valentina Carrozzi
Ramo: Teoría del conociemiento
Fecha: 21 de Septiembre del 2010

Tesis del para qué


Y en medio de la nada se escucha una voz:

  • Crearé lo perfecto -dice un eco que se escuchó hasta bajo los mares inexistentes.
Se escucha una conversación:
  • Tengo un aliado al que apodaré tiempo, un semejante que se llamará vida y un servidor a quien nombraré Adán.
El humano responde impávido a su Dios:
  • Señor, no entiendo el fin de tu creación, la nada estaba bien siendo eso, y tú vienes y le quitas su tranquilidad.
Dios sin tomar enserio las palabras de su creación dice:
  • Tú serás el encargado de ponerle sentido al fin, tendrás de enemigo la muerte y te daré inteligencia como arma, utilízala con sabiduría.
Luego el silencio. Años y años de un silencio que perturbaba a quien no lo escuchaba, y cuando nadie lo esperaba la nada se transforma en todo. El tiempo cumpliendo su deber hizo que la explosión tomara forma y a los lejos se ve a Adán, poniendo la primera piedra de su hogar, sin entender para qué.


La diferencia entre para y por: En las reglas de la gramática española nos indican esta diferencia haciéndola ver muy sencilla, el por es causa y el para la finalidad:
-        Compre flores por mi madre
-        Compre flores para mi madre
En el primer caso, mi madre puede estar muerta e igual compré las flores por ella porque me hacen recordarlas o me inculcó que tal día tengo que comprar flores. En el segundo ejemplo la finalidad es que debo entregarle las flores a mi madre.
Cuando tuve que llevar este juego gramatical a mi tesis no sabía qué quería preguntarme, la causa de por qué hacemos lo que hacemos, o la finalidad de para qué lo hacemos.  
Decidí preguntarme el para qué porque creo que en resumen es preguntarse por la finalidad última de la vida, el sentido más profundo de ésta si es que llega a tener alguno. Si me preguntan por qué leo un libro, puedo decir que es por el colegio, porque mi mamá me lo recomendó, etc. Pero si me dicen para qué leerlo, es porque quiero saber la finalidad por la cual el colegio me hizo leerlo o mi mamá me lo recomendó. En resumen, quiero preguntarme para qué en mi vida he hecho todos los “por qué's”.
El principal fundamento por el cual comencé mi tesis ocurrió a comienzos de este año en una clase de psicología donde introducíamos a Viktor Frankl con el sentido de la vida.  Ahí me surgió una duda, que es el pilar fundamental de mi tesis: “para qué”.  Ahora el para qué es casi en su totalidad innecesario, explicaré por qué el casi. ¿Para qué ir al colegio, si puedo aprender por mi cuenta o simplemente quedarme en casa?, ¿Para qué trabajar si puedo robar?  ¿Para qué leer un libro, si puedo vivir, trabajar y hacer lo que se supone que debería hacer sin haber leído un libro? ¿Para qué quiero saber?
En las primeras preguntas podemos decir que tenemos dos opciones, o vamos al colegio, o no sobrevivimos en un futuro, por la cultura donde nos tocó vivir.  Aquí me surgen nuevas dudas, pero antes de expresarlas diré lo que me dijo la profesora de psicología el día en que le pregunté. Nuestro diálogo no fue muy largo, pero sí inquietante. Yo le dije: “Miss, al principio, cuando sólo lo que importaba era comer, y en algunas civilizaciones tener techo, ¿Para qué el ser humano quiso avanzar, si era más sencillo no hacerlo?”. Su respuesta fue primero una pregunta y después algo bastante inquietante como mencioné anteriormente: “¿Para qué hacer el amor si el coito dura 3 segundos? … Porque es la raja”.
Hannah Arendt tiene una frase que alguna vez me alentó, pero después nuevamente me pregunté para qué (la frase no es textual, es interpretada): “Los hombres aunque han de morir, no han nacido para eso, sino para actuar”. Pero, para qué actuar. Marx dice que el trabajo dignifica al hombre, pero para qué.
No sé si lo que busco se encuentra en la conciencia o inconsciencia de nuestros actos pero si es relevante meter el tema y me basaré en una película llamada: “2001 una odisea espacial”. El momento que más me llamó la atención de aquélla fue con el paso del mono al hombre: Se encuentra la tropa de monos en decadencia a punto de extinguirse  hasta que llega el monolito. Luego de la llegada del misterioso objeto, sale la escena donde un mono está en el desierto entre medio de un montón de huesos y de repente el mono agarra un hueso y comienza a jugar con él, hace un par de movimientos con el hueso hasta que lo golpea contra el piso, donde justo estaba los restos del cráneo de un animal, y lo revienta. Ese momento es clave para mi tesis e introducir el tema de la conciencia. ¿El mono fue consciente de ocupar el hueso como arma para poder subsistir?
Frente a este mismo ejemplo me salen nuevas dudas:
Luego de que el mono haya ocupado el hueso y haya podido progresar, ¿Evolucionó?, si la respuesta anterior fuera positiva, ¿La evolución del humano ha sido consciente?, ¿El para qué, es del todo consciente? ¿Por qué, para qué y cuál ha sido la evolución del humano? ¿Hemos evolucionado o hemos satisfecho las necesidades de distinta manera; cuál es la diferencia entre la caverna y el edificio?; ¿El hombre ha ido evolucionando por el descubrimiento o invención?; ¿La pregunta por el para qué, lo responderán las necesidades?, ¿Cuáles son las verdaderas necesidades del humano? ¿Somos conscientes de cumplirlas?
Creo que la pregunta por el para qué está relacionado con el satisfacer las necesidades, o por lo menos era en un principio. Pero aquí debo profundizar, ya que hay que hacer una distinción entre las necesidades inherentes al ser humano y las necesidades inventadas por éste. Más aún uno puede investigar si las necesidades que son creadas por el ser humano se transforman en necesidades inherentes a éste o si para las mismas es adecuado usar la palabra necesidad. Aquí está mi primera pregunta inconclusa, no logré aclarar el tema de si existen necesidades inventadas por el ser humano o que son inherentes a él, sí creo que hay una evolución en el cuanto el satisfactor de la necesidad varía. Pero qué pasa cuando dejamos las necesidades de lado (o por lo menos creemos hacerlo) y seguimos actuando. Por ejemplo leer un libro; cuando queremos saber más; informarse sobre el marxismo, el capitalismo, etc… ¿Para qué? ¿Eso satisface una necesidad? ¿A qué nos afrontamos cuando nos encontramos en ese caso?
Intentando responder las preguntas que me surgieron sobre la evolución, primero debo responder qué es la evolución. ¿Será dejar de jugar con fuego; será que se nos ha caído el pelo; será que dejamos de dormir en cavernas; será dejar de tener hijos sin pensarlo o dejar de cazar nuestra comida? Simplemente lo que a mí se me ocurre como evolución (sin previa investigación, ni siquiera auto análisis) es: saber (o conocer) lo que antes se desconocía. El sociólogo Carlos Medrano declara que la evolución es: “En general la capacidad de cambiar para adaptarse al entorno, para sobrevivir cada vez de mejor manera. Si satisfacemos necesidades básicas y ahora tenemos otro tipo de necesidades, hemos ido evolucionando, pues la subsistencia hoy no es una preocupación. Nos alejamos del reino de las necesidades básicas y de los instintos”. En la web se vincula directamente con el desarrollo, por lo mismo definiré según Internet lo que es el desarrollo. En la RAE se entiende como: “Dicho de una comunidad humana: Progresar, crecer económica, social, cultural o políticamente.” Si estos dos términos se encuentran relacionados, se podría afirmar que la evolución es avanzar o progresar, ¿En qué sentido hemos avanzado? ¿La comodidad es una necesidad?, esta pregunta surge sobre la evolución, al irnos adaptando al entorno hemos querido inventar nuevos entornos, pasamos de la caverna a la choza, de la choza a la casa, de la casa al edificio, del edificio al loft. Así luego se crean los hoteles para que la gente comience a viajar y pueda quedarse más cómodamente. Luego de esto me pregunto qué es la comodidad. Puede ser la rapidez: por ejemplo cambiar las cartas por el celular; también puede ser algo físico: al dormir en una cama más blanda para sentirse cómodo; puede relacionarse con la flojera: el hecho de que existan nanas (esto puede ser por tiempo y cabe en el primer ejemplo) por que me da “lata” hacerlo yo. Creo que mucho del para qué del hombre responde a la comodidad, puede ser o no una necesidad (yo afirmo que sí), pero el ser humano generalmente busca la comodidad o el ahorro de tiempo (que está directamente relacionado) para alargar su vida. Con la invención de la luz el ser humano inventa otra vida, alarga sus horas despierto y tiene más horas para vivir. Y así la medicina avanza y el ser humano comienza a preocuparse por su salud, en consecuencia pasamos de vivir en promedio 30 años a 70 años. Hemos ido viendo el desarrollo del ser humano tanto en su ser, como en su querer vivir más y mejor. En la animalidad, sólo respondíamos a necesidades fisiológicas, como eliminar deshechos o alimentarse. Luego fuimos más allá y empezamos a agruparnos, quisimos reconocimiento e identidad y nuestras necesidades básicas pasaron a ser tema de vergüenza y hasta tabú (como lo es ir al baño o tener sexo). O sea, ¿Mientras más nos humanizamos, más vamos teniendo sentimientos?, y ¿Mientras más evolucionamos, más necesitamos necesidades? Estas dos preguntas no son muy relevantes en mi tesis, por lo que no las abarcaré, pero sí creo que es importante que aparezcan, ¿Hay alguna jerarquización de las necesidades, y si es así, cómo definir que una es más importante que otra? 
Aún me quedan muchas preguntas por responder, pero hay una que no he trabajado en el desarrollo del tema que creo es fundamental en el avance de mi tesis: ¿Para qué preguntarme el para qué?, siempre he tenido el afán de encontrar las respuestas a las preguntas que me surgen, pero esta la he analizado y no tengo clara la respuesta. Últimamente he pasado por muchos desórdenes mentales sobre mi futuro, y creo que la pregunta es la que más me  llena. El preguntarme el para qué a fin de cuentas es preguntarme para qué vivimos y si es que vale la pena hacerlo; es por un miedo personal de ver la vida como máquinas y que hacemos todo porque nos mandan o por un simple hecho del “porque sí”. Es el cuestionarme si la vida tiene algún sentido, o sólo hay que dejarse llevar por masas de personas o emociones y ser una gota más en un mar caótico que tiene como fin una ola que explota donde nadie mojará más que otro y todos siguen la misma corriente. El fin de la pregunta por el para qué es cuestionarme si vale la pena pararse una y mil veces, teniendo en cuenta que al final hay una caída en la cual por más que queramos no nos podremos levantar. Creo que el sentido de preguntarse el para qué es no perder la esperanza de soñar aunque uno esté con el mar en contra.
Tengo lo anterior, pero qué hago al cumplir mi objetivo. Llego a alcanzar la música y el amor que son una de mis principales motivaciones en la vida pero, después qué. Para qué vivir la vida con metas enfrente y no simplemente vivirla, ¿Se puede hacer?; cuál es la importancia de tener un sentido de vida. Mi profesora me hizo la pregunta: “¿Qué pasa si no preguntas por el futuro? ¿Qué pasa si no buscas un "para qué"? ¿Cómo se vive una vida donde el sentido no está destinado, ni causado, sino proyectado?”. De estas preguntas sí debo hacerme cargo. Es verdad, tengo un tema con el futuro bastante grande y quizá la pregunta del principio debería ser: “para qué seguimos avanzando, o sin generalizar, para qué sigo avanzando”. Creo que es un ansia de dominación e inseguridad a la vez la que me hace preguntarme por el mañana, sé que no es certero, pero quiero saber qué viene, por un miedo de perder el control. No sé si sea indicado generalizar, pero sí puedo hablar de historias personales. Últimamente he andando con más bajos que altos estados de ánimos, intentando poner en jaque a la vida. Luego me pregunto para qué y me pongo en jaque a mí, ¿Sirve de algo tener un final? Qué pasa si agarramos un libro y lo dejamos sin leer el final, quedaríamos completamente metidos claramente, pero ¿Esa no es la idea de vivir, quedar en el último capítulo del libro e ir inventando nuevos finales cada día? Creo que si la vida tiene o no sentido me empieza a dar lo mismo, si existe un dios o no, si existe un absurdo o no, en un fin cuando no queda nada da lo mismo. Es como una frase que me llamó mucho la atención: “De qué te sirve robar tanto, si cuando mueras no te llevarás nada”. Entonces, la vida misma se hizo para vivirla, tenemos un fin seguro, pero “aprovechamos de robar” (aunque sea un ejemplo burdo, de eso se trata); de un montón de casualidades y causalidades nacimos los seres humanos que somos lo absurdo de lo perfecto, y como todo, nacimos para ser roto y tener un final, ¿Cuál es? No importa, es más importante vivir tus “por qué's” que cuestionarse la finalidad. Cuál es la estúpida finalidad, la muerte. Uno vive para morir, pero dentro de ese “para” se afrontará a muchos por, que nos hacen cuestionarnos todo el fin de la existencia. ¿Qué hago si encuentro respuesta a la pregunta “para qué vivimos”?  Creo que me quedaría en el vacío, esperando que el tiempo haga lo suyo con mi cuerpo con la insatisfacción de saber cuál es la finalidad con la que hacemos las cosas. Sé que el futuro es la muerte y también es inevitable, pero el camino “es la raja” como me dijeron en un comienzo. Con el ejemplo del libro lo agarro desde otro ámbito, de qué sirve leerse un libro en el que ya nos contaron el final. Me preguntan cómo es vivir en un futuro proyectado, es demasiado agobiante. Estás todo el día pensando en qué hacer después, sin concentrarte en lo que haces ahora. Sólo se piensa en el mañana, he llegado hasta soñar con el día que viene sólo por el hecho de pensar en qué hacer. Y cuando me calmo y me pregunto para qué lo hago me quedo sin explicación, pero, ¿Debe haber alguna explicación?
Creo que puede ser demasiado apresurado ponerlo en esta parte de la tesis, pero tengo varias posibles respuestas frente al problema que perfectamente puede ser más de una, ¿Para qué hacemos lo que hacemos?:
1.- Satisfacer necesidades: quizás sólo seamos unas máquinas programadas para hacer algo y nos desenvolvamos en el mundo como el Word, mientras apretamos teclas vamos avanzando y tenemos un margen de aproximadamente 30 cm de ancho que es el teclado, el cual nos guía el camino y nos queramos convencer de otra cosa.
2.- Lo hacemos inconscientemente: esta es una teoría que parte con Freud, nos dice que la mayoría de nuestros actos van conducidos por nuestro inconsciente, y hasta quizás sea mi inconsciente quien me haga cuestionarme el sentido de vida.
3.- Satisfacción personal: cabe la posibilidad de que el preguntarse por el para qué sólo sea por mera satisfacción personal, el hecho de buscar un sentido para sentirse cómodo consigo mismo.
4.- No existe un para qué: Aquí simplemente es donde caigo en el tema de las casualidades (el cual profundizo un poco más adelante). La vida está cargada de casualidades y hay actos (casualidades) que han configurado mi existencia, los cuales son pura casualidad (podemos decir que estamos predestinados a que nos pasen las cosas o no, ese no es mi tema, pero las cosas pasan y están pasando, llamémosle casualidades, llamémosle esclavos del destino).
5.- Seguir tu sentido de vida: Frankl nos dice que el hombre es voluntad de sentido. Según el que todos buscamos un por qué vivir, algo así como la frase de Nietzché: “aquel que tiene un por qué, es capaz de soportar cualquier cómo”. Nuestra vida la guiamos por ese sentido y nuestros actos confabulan para cumplirlo; tenemos el fin, pero el camino lo creamos al andar.
6.- Cumplir con Dios: Hay gente como los islámicos por ejemplo, que dicen que estamos predestinados a la voluntad de Dios, que desde el momento en que nacemos hasta morir, él hace de nuestras vidas lo que se le plazca. Hay otros religiosos que todos sus actos lo hacen con la convicción de que están cumpliendo “la voluntad del Señor en la tierra”, sin una predestinación, sino bajo un libre albedrío.

Aquí planteo mi visión de por qué esta tesis es importante para la humanidad, sea de donde sea el lector. Para todos es importante creer que la vida tiene sentido, sino para qué seguimos avanzando. El punto es como llegamos a ese análisis. En lo que a mí respecta, creo que no vale la pena encontrarle un sentido final a la vida, sino que encontrarle un sentido a lo que vayamos viviendo. Yo por la parte que más me guío es por el hecho de que no exista un para qué y la mayoría de nuestra vida está altamente relacionada con las casualidades (el ejemplo lo doy más adelante). Y así hay gente que se puede guiar por otra posible solución a la respuesta del para qué, pero sí a todos nos repercute algún día la pregunta de saber si vale la pena estar en el mundo o es mejor escapar de él.
De las preguntas que postulo en un comienzo puedo resolver varias con distintos supuestos de escalas de necesidades, la que más me convenció es la que hace Max Neef[1]:
·      Protección: Cuidado, adaptabilidad, autonomía, equilibrio, solidaridad.
·      Afecto: Autoestima, solidaridad, respeto, tolerancia, generosidad, receptividad, pasión, voluntad, sensualidad, humor.
·      Subsistencia: Salud física, salud mental, equilibrio, solidaridad, humor, adaptabilidad.
·      Entendimiento: Conciencia crítica, receptividad, curiosidad, asombro, disciplina, intuición, racionalidad.
·      Participación: Adaptabilidad, receptividad, solidaridad, disposición, convicción, entrega, respeto, pasión, humor.
·      Ocio: Curiosidad, receptividad, imaginación, despreocupación, humor, tranquilidad, sensualidad.
·      Creación: Pasión, voluntad, intuición, imaginación, audacia, racionalidad, autonomía, inventiva, curiosidad.
·      Identidad: Pertenencia, coherencia diferencia, autoestima, asertividad.
·      Libertad: Autonomía, autoestima, voluntad, pasión, asertividad, apertura, determinación, audacia, rebeldía, tolerancia.

Éste fue el clasificador de necesidades más completo que encontré, en el cual no se encuentra la comodidad, aunque creo que ésta es una condición para que la necesidad sea llamada así. En el entendimiento cabe la pregunta por el saber y el querer leer un libro, el trabajo cabe en la subsistencia, la religión en la identidad, la democracia en la participación, el hacer el amor en el afecto.

También creo que se van mezclando las necesidades y mientras el hombre va evolucionado va creando nuevas, por ejemplo el trabajo, creo que no cabe sólo en la subsistencia si no también en la participación, libertad  e identidad.

Max Weber dice que el hombre, a través del trabajo, puede saber si es un salvado de Dios. El trabajo tiene muchos para qué (creo que nunca es porque sí): para subsistir, para realizarnos, para tener una vida digna, para ser dignos e útiles socialmente, para acumular riqueza, para acumular poder, para acumular propiedad, para consumir, para saber si somos salvados o no por Dios.
Con el transcurso de la tesis me he dado cuenta de que mi problema más grande es el del incierto futuro y que gran parte de lo que inventa el hombre es para adaptar el futuro a sus manos. Por ende creo que frente a la pregunta de mi profesora, el futuro que vivimos es casi en su totalidad proyectado, quizás no completamente analizado pero sí uno por cada decisión que tome postula en su cabeza más de una posible repercusión: Por más que estudie para una prueba tengo la opción que me vaya bien y que no me vaya como lo esperaba. En ese caso estoy proyectando mi futuro.
Por actos como lo anteriormente mencionado son los que me dan de pensar que el sentido de la vida está en el absurdo, el que seamos una gota en un mar que se guía por una corriente de casualidades lo encuentro bastante sin sentido, pero a la vez con una satisfacción enorme. Daré mi ejemplo personal de vida: Mi madre nació en penco, un pueblo fantasma al lado de Concepción. Mi padre es argentino y se vino a vivir a Chile durante un tiempo. (Primera casualidad: ¿Qué hacía un argentino en Chile, y por qué justo él iba a ser mi padre). Luego por serias discusiones con su madre mi mamá debió venirse a vivir a Santiago, donde vivía su padre. Éste era separado de mi abuela, pero casado con otra persona. Ésta otra persona tenía una sobrina la cual salía bastante con mi madre cuando comenzó a vivir en Santiago. Un día salieron a una discoteca donde mi padre trabajaba. (Segunda casualidad: Mi abuelo si no se hubiese casado con mi abuela putativa (que por cierto era monja), mi mamá no hubiese conocido a su prima política y por ende no hubiese conocido a mi padre). Y así podría seguir ridiculizando mi nacimiento, pero en fin se conocieron, se amaron y por causa y efecto me tuvieron.
¿Vale la pena preguntarse el para qué vivimos luego de encontrarnos con este suceso de casualidades? Creo que la finalidad de la vida es vivirla y el entendimiento se hizo como consecuencia.
Debo mencionar que para este trabajo pasé por una ondulación considerable de estados de ánimos y que de verdad me hicieron cuestionarme si vale la pena seguir viviendo. Lo que más puedo sacar en limpio de todo esto es el tema de evaluar las causas. Quizás mi nacimiento y mi vida haya sido una casualidad por completa, pero no puedo quedarme pegado sólo diciendo eso, sino que debo agradecer y sentir todo lo que me ha pasado. Si mi mamá no hubiese conocido a mi papá después de toda su odisea de vida, no estaría aquí escribiendo esto, pero pasó y lo estoy haciendo, y es ahí donde está el sentido, creo que el sentido de vida no es hacia adelante, sino agradecer todo lo que ha pasado y me ha configurado a ser lo que soy ahora y a hacer lo que estoy haciendo ahora.



[1] Max Neef, M. Desarrollo a escala humana. Editorial Nordan Comunidad, España, 1993, pág. 58.