Con una mano en la soledad, y la otra en un compañero de doble filo, enemigo del viento y cómplice del tiempo. Es chistoso, mientras fumo mi vida pasa; en un comienzo lo enciendo y brilla el primer destello, el que más satisface, me recuerda tu mirada, que juró no olvidarme. Luego va perdiendo su cuerpo en mis labios, y con ayuda del viento, se escapa su esencia, como tú, al paralizar mi palpitar. Al final, cuando no queda más que su última risa, lo desecho, y le agradezco por darme diez minutos con tu recuerdo.
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